Escribo letra tras letra, sólo en la búsqueda de una oración que concluya con un sentido que se aproxime a la locura de emociones por las que mi presente atraviesa, escribo letra tras letra para no perder la costumbre de improvisar pensamientos con la más lógica base emocional como raíz, escribo letra por letra también, para no hacer nada de lo antes mencionado y simplemente dejar correr la energía entre un ritmo compuesto por símbolos, como probablemente otros la dejarían correr en un ritmo compuesto por música.
Escribo porque sé que tendré segundas oportunidades sobre los textos, escribo porque sé que en un futuro, me encontraré a mi misma en ellos, sin la pretensión de aparentar algo que no soy, pero con la libertad de vivir otras vidas, de componer instantes de maneras impensables en la realidad de lo cotidiano.
Escribo para hacerme compañía, escribo para darme tiempo de explorar entre los límites que me impone mi propio pensamiento, aveces para ir más allá y aveces para volver a donde parece tener más lógica estar.
Escribo sin motivos, así es como respondo a la constante pregunta, escribo sin objetivos concretos, al menos así es como escribo en este espacio de cosas absurdas, pero escribo porque me da un poco de perspectiva interna y externa de quién soy, de lo que hago, de lo que imagino y de lo que siento, escribo por la simple razón de que me hace feliz, por la simple razón de que tanta subjetividad plasmada en este espacio me deja una sensación agradable en el corazón y sobre todo, debo agregar escribo para que esta sensación descrita, algún día provenga de todas las demás actividades realizadas en el día a día, que a fin de cuentas terminan siendo las palabras que componen este blog.