Me enloquece en sobremanera el tratar de encontrar una respuesta de cómo sucedió todo, y me llena la sangre de un vacío como el que se siente en caída libre el no hallar una explicación. Son millones de posibilidades que pudieron haberme puesto bajo el último rayo del sol, en un ángulo completamente frontal al lugar donde decidirías quedarte a esperar, con una cara que apenas podía disimular su confusión. Son incontables las situaciones que te llevaron a tomar ese camino, las que me llevaron a mi a tomar el mío, las que me forzaron a estar ahí 10 minutos antes de la hora acordada.
Por supuesto que me viste actuar como si supiera exactamente lo que iba a pasar a partir de ese momento por el resto de los tiempo, y por supuesto que te vi pretender que el cielo era mucho más interesante ese día, que los techos de los edificios parecían cobrar vida, como si fueras a lograr que volteara a verlos, lo hiciste y sé que también me viste y que te pareció de lo más ridículo que no pareciera percatarme de ello desde antes, y aún así no nos miraríamos detenidamente hasta mucho después.
Sé que no pudo haber sido de ninguna otra manera y eso es lo que me enloquece, la perfección de ese instante que se ha quedado grabada como la pequeña sucesión rutinaria que realizas a cada mañana, paso a paso, detalle a detalle, cerrar los ojos y estar ahí, y volver a vivir el momento en que te conocí, no a ti, sino a tu esencia.
Una totalidad imperfecta, un conocimiento incompleto, una inmensidad que abarca el interior de mi cuerpo y me hace querer correr tan rápido como va mi mente, un corazón que late más rápido que nunca al pensar en la suerte que tengo de haber estado ahí para ver como mi vida se tornaba mucho más interesante, una felicidad pura que se comparte y se multiplica y yo, que no me lo creo.
:)
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