Cuando una vida está llena de despedidas que han sido impuestas, se convierte en una necesidad aceptar las separaciones, que llegan en cualquier momento, que las cosas se terminan, que talvéz nos volveremos a ver en algún lugar del mundo, algún día, cuando seamos muy diferentes y lo que somos hoy quede sólo como un recuerdo.
Siempre he pensado que lo que quiero es llegar a ese lugar del mundo, sin haber cambiado, encontrar a quien fue parte de mi vida y saber que sigue habiendo algo de él en mí, por más cambiado que lo vea. No sé si eso se pueda. En pocas palabras eso ha sido mi vida, una dedpedida constante, sí, con sus bienvenidas también, pero el adiós a perdurado. Ahora, me encuentro antes una nueva situación en la que después de mucho análisis he decidio intentar, no quiero decir que sea un hecho, quiero decir que buscaré que lo sea, que si es lo mejor para mí, lo haré.
Entonces, llegaré a un punto nuevo, un adiós nuevo, un adíós más grande que ninguno, el adiós más difícil porque esta vez seré yo quien decida hacerlo.
Y sino pues no, jaja, pero al menos habré intentado y sé que si me quedo será para hacerlo tan bien como nunca lo he hecho, para que cuando me vaya un día, el adiós sea todavía más recordado, pero también más especial.
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