jueves, 22 de diciembre de 2011

sus ojos, seguían claros


Al borde de la nada, sentada frente a la completa oscuridad e incertidumbre de lo que sería y lo que dejaría ser, pero disfrutando como enano el sabor del café caliente, la frescura del piso bajo sus pies y la magia de la música en sus oídos.

Pensaba que a fin de cuentas siempre ha sido así, un cambio tras otro, una rutina compuesta por el inexorable estándar de movimiento, de innovación, de obligada adaptación y dejar lo que fue lejos, atrás en un recuerdo lleno de sentimientos a los que gran parte de las veces prefiere no accederse.

Sentía que la vida, daba muchísimas vueltas, pero dentro de sí seguía creyendo que al final te pone siempre en el lugar correcto, que por algo pasan las cosas, que los cambios son buenos, a fin de cuentas, todos quienes componían su presente no habían llegado a él más que por la magia de los cambios, de las coincidencias, ¿del destino?, tal vez, pero estaban ahí y conformaban un increíble mapa mental, un afortunado mapa de corazones entrelazados por las más maravillosas experiencias compartidas.

Sus ojos, seguían claros, sin guardar una sola sombra que recordara a los demás de su pasado, su sonrisa, seguía apareciendo constantemente para propios y extraños, su cabello seguiría sin tener ningún tipo de orden, sus manos y sus piernas seguirían siendo torpes, su risa se seguiría escuchando a lo lejos, fuerte y clara, y su corazón seguiría enamorado de la vida.

Un nuevo ciclo comenzaba para dar paso a nuevas pequeñas y sistemáticas rutinas de la vida diaria, un nuevo sol que vería esconderse tras una una nueva ventana, un nuevo aire que por la tarde le recordaría la hora favorita de su día, un nuevo frío y un nuevo calor, un nuevo día, a diario, sin miedo a qué podría pasar en él y sin saber qué pasará en el siguiente, pero con ese corazón enamorado, aferrado a que un día todo cobrará sentido.

The black atlantic - Baiulus

martes, 13 de diciembre de 2011

Un día más...



Ojalá aveces, se pudiera detener el tiempo, se pudiera volver a un sueño y en él pensar en lo que hace falta; y pensar que sería difícil obtenerlo, pero que valdría la pena. Ojalá, se pudiera volver ahí, a donde las cosas parecen mucho más claras, tomarse un momento más para analizarlo y concluir que tal ves aún no es hora de despertar, que si me quedo ahí, sentada bajo la perfección del clima, y en realidad no espero por nada, más que vivir mi presente, pudiera encontrarme contigo, pero cómo saber si vendrás, cómo saber si es lo que tú quieres o incluso si es que sabes cómo llegar a este lugar.

Podría pasarme la vida soñando con esa sonrisa a media tarde, con la brisa fresca y el valle interminable al frente de la piedra sobre la cuál quiero sentarme, pero cómo saber si tú vas a sentarte junto a mi al llegar, cómo saber si estaré ahí aún.

Sé que el lugar puede esperar, porque siempre cuando vuelvo, todo sigue igual, pero cómo saber si tú quieres venir conmigo, sino me lo dices...

Ojalá pudiera despertar y al haberlo consultado con la almohada, resolver todas las cuestiones que ocupan mi mente, ojalá pudiera dejar de pensar y volver a sentir solamente, ojalá pudieras hacer lo mismo.

Ojalá todo se pudiera resolver en un sueño y al despertar la vida fuera mucho más simple.

martes, 6 de diciembre de 2011

Recuerdos olvidados




El olor a polvo impregnado en cada rincón, cada una de las puertas que se abría a mundos independientes y completamente misteriosos, a pesar de pasar ahí cada domingo, que parecía ser el día más largo en la historia del tiempo, y que siempre daba paso a nuevas aventuras.

El cuarto del fondo, lleno de impredecibles objetos almacenados entre recuerdos olvidados y sueños perdidos, las partículas de extrañas sustancias volando a contraluz y maravillando mi existencia. La abuela que seguramente tendría historias que jamás me contó, y el recuerdo del abuelo que jamás conocí, siempre presente en su memoria.

Cuando los años eran más largos, los días más cortos y los sueños posibles.