lunes, 23 de septiembre de 2013

Entender que sólo eres una pieza del universo y que desde tu trinchera puedes hacer sólo lo que te corresponde, para que entonces todas las otras piezas encajen y el universo mismo, pueda continuar. Entender también que es tu decisión hacerlo o no y que estás en el completo derecho de escoger uno u otro camino... ¿Pero cómo llegar a tal elección?, ¿cómo saber cuál de todas las posibles vías es la correcta?, ¿y que si al final igual todo se derrumba?, ¿de qué sirve entonces elegir?... ¿Se puede elegir no estar en esta situación? ¿reinventar el pasado?....

miércoles, 11 de septiembre de 2013

La idea del mundo moviéndose sin mi

"Es verdad, me aterra morir. Me aterra la idea del mundo moviéndose sin mi, de que mi ausencia no sea notada, o aún peor, de ser algún tipo de fuerza natural que impulse la vida. ¿Es egoísta?, ¿acaso soy una mala persona por soñar con un mundo que termina al mismo tiempo que yo?, no me refiero a un mundo que termina por respeto conmigo, sino a cada par de ojos cerrándose a la par con los míos". - Jonathan Safran Foer.

domingo, 1 de septiembre de 2013

¿magia, de cuál?

A veces se piensa en la magia como un acto deliberado, sin precedentes y con una proyección futura absoluta, encaminada a un objetivo en particular… como algo incontrolable, insufrible, maravilloso en todas las extensiones de todas las posibles dimensiones que alcance a invadir; sin embargo, a veces no se trata de ese tipo de magia, sino de uno mucho más humano, un tipo de magia que combina las altas y las bajas y que a través de curvas, pendientes y deslices acompaña el transcurso de los días de una manera más discreta. Ese tipo de magia es mucho más humano, porque deja espacio para cambios de color, para pequeños hundimientos parciales, para desacuerdos y algunos otros detalles que si formaran parte del contrato de la vida, seguro que aparecerían en las letras chiquitas de hasta abajo. Aún así, no hay razón verdadera para que deje de ser magia, sino todo lo contrario, porque combina las infinitas posibilidades de lo onírico encarnado en un plano real, con un rostro humano que se asemeja tanto como es posible a nosotros mismos, con nuestros cambios de humor y nuestras dudas, con nuestros miedos y nuestros recuerdos que aún lastiman; porque también la magia siente, pero no por eso deja de ser magia y de encantar con sus conversaciones, sus intercambios, sus miradas, ceños, confusiones y cada uno de sus detalles que hacen que los días sean mucho más dignos de recordarse.